El agujero en la capa de ozono del Ártico crece sin precedentes

La destrucción de la capa de ozono en el Ártico alcanzó niveles «sin precedentes» la pasada primavera, con un 80% de reducción de este gas entre los 18 y los 20 kilómetros por encima de la superficie, según ha avanzado la investigadora del Instituto español de Técnica Aeroespacial (INTA), Concepción Parrondo.

El INTA es una de las 19 instituciones científicas, de nueve países diferentes, que participa en el estudio de ozono de la NASA, que este año ha detectado «una disminución sin precedentes de la capa de ozono protectora de la Tierra», subraya la NASA en su web oficial.

Parrondo señala que la pérdida de ozono en la estratosfera ocurre todas las primaveras tanto en la Antártida como en el Ártico «debido a que las bajas temperaturas que se acumulan en esta capa de la atmósfera producen reacciones que destruyen el ozono».

No obstante, la destrucción de ozono en la Antártida es de «dimensiones mucho más significativas» que en el Hemisferio Norte, debido a que en el Sur se acumulan temperaturas mucho más frías que dan lugar a que el «agujero» de ozono sea mucho mayor.

«El hecho de que las temperaturas en la estratosfera ártica sean más cálidas limitan el área y periodo durante el cual se producen las reacciones de destrucción de ozono, por lo que la mayoría de los años el agujero de la capa de ozono es en torno a un 40 por ciento menor en el Ártico que en la Antártida», afirma Parrondo.

Sin embargo, los datos diarios de mediciones de ozono de las 40 estaciones del Hemisferio Norte junto con las de los satélites de la NASA, Aura y Calipso, ponen de manifiesto que «esta primavera la destrucción de ozono ha sido máxima sobre el Ártico, alcanzando dimensiones similares a la de la Antártida».

La causa, según los expertos, es que el periodo de bajas temperaturas en el Ártico duró 30 días más que un invierno normal, dando lugar a una destrucción de ozono sin precedentes.

Los científicos apuntan a que el descenso de las temperaturas estratosféricas podría estar asociado al cambio climático «ya que parece que el aumento de gases de efecto invernadero hace que la estratosfera esté más fría de lo normal».

La consecuencia «más evidente» de que el agujero de ozono Ártico haya sido «más importante» este año es «el aumento de radiación ultravioleta», que afecta de manera adversa a los seres vivos; así como un «desequilibrio» en el «balance energético» de la atmósfera, ya que «el ozono es un gas con una gran capacidad de absorción de la radiación solar».

Desde la entrada en vigor del Protocolo de Montreal, en 1989, la producción de sustancias que destruyen la capa de ozono (clorofluorocarbonos o clorofluorocarbonados, presentes en aerosoles y refrigeradores) se ha limitado notablemente. A pesar de ello, los científicos sostienen que los daños causados «perduran y seguirán ocurriendo durante décadas».

Desde 1991, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), en colaboración con el Instituto Meteorológico Islandés, participa en proyectos europeos para la medida de destrucción de ozono en la región Sub-Ártica, realizando sondeos de ozono desde la base de Keflavik (Islandia).

Fuente: La Vanguardia