Veranear en el Mar del Norte bajo los auspicios del cambio climático

Es el turismo la nueva cabeza de turco en la lucha contra el calentamiento global? ¿Sustituirá el Mar del Norte a las Baleares en unos años? Como se acaba de afirmar en la ITB de Berlín, la mayor feria turística del mundo, el cambio climático preocupa mucho a los consorcios turísticos europeos. Políticos de todos los colores están apelando a los alemanes a pasar sus vacaciones en casa en lugar de volar al extranjero. El presidente de la Asociación Alemana de Touroperadores, Klaus Laepple, ha calificado esta llamada de ‘poco real’, porque los destinos no son intercambiables. ‘En el Mar del Norte no hay templos asiáticos’, apunta el portavoz del primer touroperador europeo TUI, Robin Zimmermann.

Mientras Alemania podría crecer como destino turístico, España será uno de los países ‘perdedores del cambio climático’, afirma el investigador de turismo Ralf Seltmann. ‘El Mar del Norte sustituirá a Mallorca en unos años’, pronostican los expertos. También el profesor David Viner, de la Universidad East Anglia en Norwich (Reino Unido), afirma que las regiones del Mediterráneo recibirán menos turistas. La razón será que en verano hará demasiado calor. Según Viner, los flujos de población en vacaciones se invertirán: del sur hacia el norte, en lugar del norte al sur. El año 2006, con 58,6 millones de turistas, fue un ejercicio fantástico para el turismo español. El 45% de los viajeros proceden de Alemania o Gran Bretaña. ‘Es seguro que vamos a vivir cambios importantes y éstos influirán en el turismo’, advierte el climatólogo Stepahn Bakan, del Instituto Max Planck de Hamburgo.

Por otro lado, lo verde se ha convertido en un auténtico filón económico. Se registra un boom de viajes bio y las agencias compensatorias de emisiones CO2 -como la sociedad benéfica Atmosfair (que recoge donativos de turistas y viajeros para financiar proyectos de energías renovables y programas medioambientales en países pobres)- ven cómo duplican sus ingresos día a día. El monto de este impuesto se calcula según kilómetros recorridos de vuelo y correspondiente emisión de CO2. Muchos touroperadores pagan voluntariamente una ecotasa a esta organización para compensar el impacto ambiental de los vuelos que venden. En definitiva, ‘la protección medioambiental ha pasado a ser un excelente argumento de ventas’, confirma Naut Kusters, del Centro Europeo de Ecoturismo de Ámsterdam.

El debate está teniendo un impacto tremendo. Mientras la responsable de Greenpeace en Alemania, Brigitte Behrens, tacha los vuelos de fin de semana ‘de tabú medioambiental’, las compañías aéreas se niegan a ser etiquetadas de enemigos del planeta . ‘Debemos sustituir el ecopopulismo por el ecorrealismo’, exige el jefe de Lufthansa, Wolfgang Mayrhuber.

La industria turística europea se prepara para el cambio. Pues no sólo los políticos y asociaciones de protección del medio ambiente se oponen a la expansión del culto a los viajes en avión. La preocupación por el cambio climático está calando en la población. Sólo el desempleo preocupa todavía más que el calentamiento global a los alemanes.

El investigador de turismo alemán Ralf Seltmann opina que en el futuro el turismo de masas viajará a destinos más próximos a sus países de origen. También se observa que cada vez más clientes prefieren pasar sus vacaciones en una región intacta que en un destino de sol y playa. ‘Lo verde está de moda’, afirma Chris Thompson, de la asociación británica de touroperadores FTO. El 76% de los touroperadores británicos y los doce grandes consorcios turísticos holandeses colaboran con la iniciativa Travelife, cuyos miembros deben cumplir determinados estándares: consumir menos agua y energía, no ofrecer hely-skiing ni viajes a tierras antárticas.

Llega la ecotasa voluntaria

Se prefiere el tren. Se opta por el avión sólo a partir de los 700 kilómetros. Los viajes a destinos de larga distancia tienen una duración de al menos 14 días. Y el precio de los vuelos incluye una ecotasa: un importe monetario con el que se pretende compensar el daño medioambiental ocasionado por el viaje (emisiones de CO2). Sólo se ofrece comida biológica y, cuando no sea posible, productos de la región.

Un total de 150 tiendas de dietética naturista alemanas operan como intermediarios del touroperador Demeter Reisen, de la asociación biológica Demeter. Los objetivos de Demeter Reisen son viajar por vacaciones con el menor impacto medioambiental posible, comida sana, pernoctar en locales típicos de la región y visitar proyectos ecológicos.

Cada vez más touroperadores centroeuropeos introducen la ecotasa voluntaria. Informan de la cantidad de CO2 emitida y lo que cuesta compensarlo con energía renovables. El suplemento por un vuelo de ida y vuelta a Egipto, por ejemplo, asciende a 34 euros. También se registra un boom de las agencias online que calculan emisiones perjudiciales y financian proyectos de energías renovables. La Universidad Tufts de Boston recomienda: Atmosfair (alemana), Myclimate (suiza), NativeEnergy (estadounidense) y Climate Friendly (australiana).

Entre 10.000 y 15.000 personas visitan diariamente el portal de Atmosfair para utilizar su calculadora de emisiones. De ellas, entre 200 y 500 transfieren dinero a la organización. ‘Hasta una suma de entre 4.000 y 10.000 euros diarios’, afirma Dietrich Brockhagen, jefe de Atmosfair. Con el dinero se financian instalaciones solares en India.

Fuente: CincoDías