La contaminación está propiciando ciclones más intensos en el Mar Arábigo, según un estudio publicado esta semana en la revista ‘Nature’. Tradicionalmente, los patrones de la cizalladura del viento predominante evitaban que los ciclones en el Mar Arábigo se convirtieran en grandes tormentas; sin embargo, el nuevo estudio sugiere que el debilitamiento de los vientos ha permitido la formación de ciclones más fuertes en los últimos años -como, por ejemplo, las tormentas de 2007 y 2010, que fueron las primeras tormentas registradas del Golfo de Omán.
Los investigadores señalan que el debilitamiento de los patrones del viento durante los últimos 30 años se corresponde con la acumulación de aerosoles en la atmósfera sobre la India, que desvían la luz del sol lejos de la superficie; este hecho puede ser responsable de la creciente intensidad de los ciclones. La acumulación de aerosoles crea formaciones conocidas como nubes atmosféricas marrones (ABC, por sus siglas en inglés) en las que las emisiones de diesel, hollín y otros derivados de la quema de biomasa se acumulan, llegando a afectar al clima regional.
Por ejemplo, una nube marrón de tres kilómetros de espesor, ha sido relacionada con patrones de precipitación alterados en el sur de Asia. «La contaminación por la actividad humana, debida a acciones como la quema de madera o a los vehículos con motor, puede cambiar estos fenómenos atmosféricos masivos de manera significativa», afirma el autor principal del artículo, Amato Evan, de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos.
EFECTO EN LOS MONZONES
Históricamente, el inicio de la temporada de los monzones en los meses de verano producía fuertes vientos en la atmósfera inferior y superior, que se desplazaban en direcciones opuestas -también conocidos como cizalladura vertical del viento- evitando la formación de ciclones durante julio y agosto; así, a pesar de su cálida temperatura, en el mar de Arabia se formaban solo dos o tres ciclones al año, que tendían a formarse fuera de la estación de los monzones, cuando la cizalladura del viento era menor. Ahora, sin embargo, los científicos han observado una tendencia a la formación de ciclones cada vez más fuertes en los meses inmediatamente anteriores a la temporada del monzón.
Los científicos nombran como ejemplos, entre otros, el ciclón de 1998 que tocó tierra en Gujarat, en la India, y mató a casi 2.900 personas; el ciclón Gonu, que hizo una inesperada parada en Irán en 2007, causando más de 4 mil millones de dólares en daños; y el ciclón Phet, que en 2010 golpeó las costas de Pakistán y Omán, causando cerca de 2 mil millones de dólares en daños.
«Este estudio es un ejemplo notable de cómo las acciones humanas -en este caso, la contaminación masiva del aire regional causada por la combustión- puede resultar en consecuencias no deseadas», dice Anjuli Bamzai, de la Fundación Nacional de Ciencias, y añade que «estas consecuencias incluyen la formación de ciclones de verano altamente destructivos, que eran raros o inexistentes 30 años atrás».
Los científicos utilizaron resultados de observaciones directas y estudios de modelos de ABC. Entre los hallazgos, observaron que las nubes marrones inhiben el calentamiento de la superficie durante el verano, causando que las temperaturas superficiales en el norte del Mar Arábigo se aproximen más a las temperaturas más bajas de cerca del ecuador.
«Este estudio añade una dimensión importante a una larga lista de efectos negativos de las nubes marrones, incluyendo la reducción de las precipitaciones, el deshielo del Himalaya, importantes daños en los cultivos y la muerte de un millón, o más, de personas al año», concluye Ramanathan.
Fuente: Europa Press